miércoles, 25 de agosto de 2010

SALMO 31 (30)

2 A ti me acojo, Señor:
no quede yo nunca defraudado;
por tu justicia ponme a salvo.
3 Préstame oído, ven aprisa a librarme,
sé mi roca de refugio, mi alcázar salvador;
4 que mi peña y alcázar eres tú:
por tu nombre dirígeme y guíame;
5 sácame de la red que me han escondido,
que tú eres mi amparo.

6 En tu mano encomendaba mi vida:
y me libraste, Señor, Dios fiel.
7 Odias a quienes veneran ídolos vanos,
yo en cambio confío en el Señor.
8 Festejaré, celebraré tu lealtad,
pues te fijaste en mi aflicción
velaste por mi vida en peligro.
9 No me entregaste en poder del enemigo,
colocaste mis pies en terreno espacioso.

10 Piedad, Señor, que estoy en aprieto:
se consumen de pena mis ojos,
mi garganta y mi vientre;
11 mi vida se gasta en la congoja,
mis años se van en gemidos,
por mi culpa decae mi vigor
y se consumen mis huesos.
12 Soy la burla de todos mis rivales,
mis vecinos me hacen gestos,
soy el espanto de mis conocidos:
me ven por la calle y escapan de mí.
13 Me han olvidado como a un muerto,
me he vuelto un cacharro inútl.
14 Oigo a muchos motejarme;
"pájaro de mal agüero",
mientras se conjuran contra mí
y traman quitarme la vida.

15 Pero yo confío en ti, Señor,
digo: Tú eres mi Dios.
16 En tu mano están mis azares:
líbrame de los enemigos que me persiguen.
17 Muestra a tu siervo tu rostro radiante,
sálvame por tu lealtad.
18 Señor, que no fracase por haberte invocado;
que fracasen los malvados
y bajen mudos al Abismo;
19 queden mudos los labios mentirosos
que profieren insolencias contra el justo
con soberbia y desprecio.

20 Qué bondad tan grande
reservas a tus fieles
y despliegas, a la vista de toos,
con los que a ti se acogen.
21 En tu escondite personal los escondes
de las conjuras humanas,
los ocultas en tu tienda
de lenguas pendencieras.
22 Bendito el Señor que hizo por mí
prodigios de lealtad en la plaza fuerte;
23 y yo decía a la ligera:
"me has echado de tu presencia",
pero tú escuchaste mi súplica
cuando te pedí auxilio.
24 Amad al Señor, sus leales,
pero paga con creces
a quien obra con soberbia.
25 ¡Sed valientes y animosos
los que esperáis en el Señor!



Ls primera impresión de esta largo salmo es algo confusa. Como si el orante hubiera querido meter todo en su oración. Cuando sufre y espera, cuando sabe y ha experimentado al Señor, la actividad de los enemigos; habla de hechos individuales en términos bastante convencionales y se remonta a consideraciones genéricas, casi como máximas; recuerda y promete; se dirige al Señor y habla de él, se cita a sí e interpela a un grupo, quizá de colegas.

Una segunda lectura aclara la impresión. El contexto es la sociedad en que vive y el planteamiento tiene mucho de judicial. Apela a la justicia (2) frente a dos grupos o partes hostiles, inocentes y culpables, que exigen una sentencia de condena y absolución (18). Lo judicial atrae imágenes cinegéticas o militares y otros elementos por asociación. Quizá se imagine el poeta a David; perseguido, refugiado, desanimado, lejos de la presencia del Señor, pensando en una roca, un alcázar, una ciudad amurallada, un templo en medio de ella.

En estas circunstancias la confianza del orante es paradójica: se apoya en su experiencia personal precedente y en lo que sabe de oídas del Señor; lo muestran los verbos en pasado. Pero no falta el recuerdo de una crisis de fe personal (23). A lás máximas se remonta el orante generalizando su experiencia o haciéndose eco de una tradición.


31,2a. Se establece el tono de la súplica. "Me acojo": en vez de un espacio protegido militarmente o por la ley de asilo, está una persona como suprema garantía; una persona sentida como espacio acogedor y protector. "Defraudado"; es el fracaso de un cálculo o una esperanza. "Nunca": o por siempre; sería la vida malograda o la muerte. La "justicia" es sobre todo judicial.

31, 2b-5. Se adensa la súplica en siete imperativos de liberación y cuatro sustantivos que componen un espacio metafórico militar o cinegético. El orante se imagina como animal indefenso, acosado por cazadores que intentan matarlo; salta a una peña, busca una roca, cae en la red; alguien lo saca y conduce a lugar seguro (véase v.9). Cabe también la imagen militar recordando las aventuras de David huido por las montañas: 1 Sm 22,4s; 24,23. El paso de una imagen a otra es fluido, las imágenes pierden precisión. "Por tu nombre": puede ser también título o fama; el orante no alega méritos propios, sino peligros, y la fama o prestigio de Dios.

31,6-9. Los verbos del orante. El hifil de pqd es confiar un depósito a un guardián (Lv 5,21.23). Implica que el guardián es fiel (6b) y que uno se fía de él (7b). El orante deposita, no una propiedad preciosa, sino el "aliento" o vida o espíritu (cfr. Nm 27,16). En fuerte contraste están (a la letra) "quienes guardan soplos vanos" (Jn 2,9). Con los verbos del Señor podemos componer una secuencia: libró - se fijó - se ocupó no entregó - estableció. Verbos ricos de paralelos. P. ej. "fijarse en la aflicción": Ex 3,7; 4,31; Dt 26,7; "entregar en poder" 1 Sm 23,11 "establecer", con resonancia de nombrar: Sal 18,34; 30,8. El "espacio" se opone a la estructura (de 8b y 10a). Llamar a los ídolos "soplos" se encuentra en Dt 32,21 y es corriente en Jr.

31,7 "Odias": leo segunda persona como pide el sentido y recomiendan versiones antiguas.

31,8 Demasiado pronto en el salmo se anticipa la celebración; prepara una pausa.

31,10-14. Recomienza la súplica especificando sus desgracias en dos frentes: enfermedad y abandono, hostilidad del enemigo. Combinación frecuente en súplicas de enfermos: Sal 6.

31,10-11 Tres versos hebreos dedicados a dolencias físicas. El autor ha querido enumerar siete unidades sin caer en lo convencional. Léase la serie atendiendo al puesto central: ojos, garganta, vientre, vida, años, vigor, huesos. Vida abarca la totalidad, años conjua la temporalidad sentida. Los cuatro verbos son escogidos y expresivos: la vida es un "gastarse y consumirse". También interesan las causas de las dolencias físicas: son la pena y congoja, como causas internas, espirituales. Manteniendo el texto hebreo de 11, una causa es "mi culpa", tema corriente en estos salmos. Si bien el orante es inocente respecto a los enemigos, se reconoce culpable frente a Dios y puede apelar a su "bondad".

31, 12-14 Cinco versos dedicados a las relaciones con otros. Es un círculo de vecinos, conocidos o familiares, gente. Enumera insultos, comentarios, murmuraciones, desvío, abandono, olvido, hostilidad. El orante es objeto de burla, terror, olvido, agresión. La serie no es coherente o lógica. Si lo atacan, no lo han olvidado; si aman una conjuración, no lo consideran un "cacharro inútil". El texto puede escucharse como desahogo exagerado de sentimientos acumulados, de situaciones imaginarias. O lo ponemos a cuenta del autor, que describe con observaciones certeras.

31,12 La "burla" o injuria es un término frecuente en Jr. El "espanto", porque el enfermo se considera tocado, herido por Dios y capaz de contagiar su maldición: Job 19; Is 53,3.

31,14 El mote se lee en Jr 6,25; 20,3.4.10; a la letra "terror en torno".

31,15-19. La súplica se bifurca en el v.18. Tras la enumeración de desgracias sigue lógicamente la petición de auxilio. Y como las desgracias han sido infligidas en parte por otros, pide para sí protección, para los enemigos castigo. 15a es eco de 7b, 16a de 6a. El título "mi Dios" muestra que confianza y fe son equivalentes.

31,16 "Azares". La temporalidad, que se va gastando medida en años (11), ahora se mide en horas o instantes. Toda la vida, desmenuzada y cambiante, mantenida en su cambio y continuidad por Dios.

31,17 "Iluminar el rostro" es mostrarlo benévolo, como el sol un día sereno. La expresión es propia de la bendición (Nm 6,25) y de la súplica: Sal 67,2; 80,4.8.20. Si antes (2) invocaba la justicia, ahora invoca la "lealtad" o misericordia, su correlativa.

31,18 "Mudos": el Abismo es el reino del silencio.

31,20-21 En cuatro versos se remonta el orante a una reflexión general en tono admirativo. Domina el tema de guardar, esconder, ocultar, con el correlativo refugiarse y el sustantivo tienda o choza: datos que convergen hacia el templo. Sólo que personalizados: es el asilo "de tu rostro". La "gran bondad": en términos personales evoca la revelación de Ex 33,19; en términos objetivos son los bienes del templo: Sal 65,5. La bondad de Dios se limita a algunos beneficiarios; pues es claro que uno se refugia perseguido, amenzado por otros: "conjuras y pendencias".

31,22-23 Para el orante la "bondad" del Señor se concretó en una liberación pasada, cuando todavía no había aprendido a confiar plenamente en su Dios, cuando buscaba colmar la lejanía con gritos de socorro (cfr. Sal 22,2). Tal es la fuerza del recuerdo, salto atrás respecto al tiempo del salmo. Alternativa según versiones antiguas: "ha distinguido a un fiel para sí". La "plaza fuerte" es la ciudad del templo.

31,24 De la acción de gracias salta a la parénesis, apoyando la invitación en un enunciado genérico sobre la actividad retributiva de Dios. El salmo concluye con el amor y la esperanza. "Amad al Señor": en esta forma sólo se lee aquí; en formas semejantes, Sal 18,2; 116,1 y el clásico Dt 6,5. "Animosos y valientes" es endíadis conocida de ordinario referida a una empresa: Dt 31,7.23; Jos 1,6.7.9.18. La esperanza es dinámica: influye en el talante y la acción.

TRANSPOSICIÓN CRISTIANA.

El salmo se ha hecho famoso porque el v.6 lo pone Lucas en boca de Cristo agonizante (23,46) y luego en boca de Esteban mártir (Hch 7,59). Dios recibe en depósito una vida, que no se perderá. En la misma línea se puede leer el v.16, y de ahí se extiende a la lectura cristológica y eclesiológica; sólo que corrigiendo el v.18, pues ni Jesús ni esteban piden la muerte de sus enemigos.

lunes, 23 de agosto de 2010

SALMO 30 (29)

2 Te ensalzaré, Señor, porque has tirado de mí
y no has dado la victoria a mis enemigos.
3 Señor Dios mío, te pedí auxilio
y me sanaste.
4 Señor, alzaste mi vida del Abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.

5 Tañed para el Señor, sus adictos,
dad gracias a su nombre santo:
6 Un instante dura su cóloera,
toda la vida su favor;
al atardecer se hospeda el llanto,
al amanecer el júbilo.

7 Yo pensaba muy seguro:
"No vacilaré jamás";
8 Señor, con tu favor me estableciste
sobre montañas firmes;
escondiste tu rostro
y quedé desconcertado.

9 A ti, Señor, llamé;
a mi dueño supliqué:
10 ¿Qué ganas con mi muerte,
con que baje a la fosa?
¿Te va a dar gracias el polvo
o va a proclamar tu lealtad?
11 Escucha, Señor, ten piedad,
Señor, socórreme.

12 Cambiaste mi luto en danza,
me desataste el sayal
y me ceñiste de fiesta.
13 Así te canta mi alma sin callarme,
Señor Dios mío, te daré gracias siempre.




Acción de gracias de un enfermo grave que ha sanado de enfermedad mortal. El caso de Ezequías, Is 38, puede servir de ilustración: es lógico que tenga puntos de contacto con el salmo. El orden cronológico de los sucesos es: enfermedad -súplica- curación - acción de gracias. El orante avanza retrasando cada vez más su comienzo; primero curación; segundo súplica y curación, tercero enfermedad, súplica y liberación; en el segundo y tercero completa con acción de gracias. Con lo cual resulta que 10-11 es el texto de la súplica anunciada. La alteración del orden normal procede de la conmoción lírica.

Lo más llamativo del salmo, lo que constituye su sustancia son las polaridades acumuladas: vida/ abismo; vida/ fosa; cólera/ favor; instante/ vida; atardecer/ amanecer; desatar/ ceñir; llanto/ júbilo; no vacilar/ desconcierto; favor/ ocultar el rostro; luto/ danza; sayal/ fiesta; cantar/ callar. La polaridad vida y muerte es la bina generatriz de las demás. El que reza ha tocado conscientemente la frontera de la vida y la muerte; de vuelta de esa frontera tremenda, con el temblor de la amenaza última, deja brotar el poema.

Las polaridades se ordenan en dos ejes semánticos: subida/bajada y silencio/canto. La muerte es caída que derriba la verticalidad del hombre, bajada a la fosa, al Abismo (she´ol). Cuando los sepultureros están descolgando el cadáver con cuerdas, el Señor desde arriba da un tirón y saca el cadáver ¡vivo! El silencio es carencia de canto litúrgico. Los muertos se quedan sin voz singular o coral, Dios se queda sin su alabanza: Is 38,18s; Sal 88,11-13; Eclo 17,27s.


30,2 El verbo significa tirar de, jalar. El enemigo triunfante podría ser la Muerte personificada, como en Jr 9,20; Sal 49,15; Job 28,22.

30,3 Dios cura, es uno de sus oficios: Sal 6,3; 41,5; 103,3; 107,20 etc.

30,4 "Bajar a la fosa" es expresión descriptiva corriente: Sal 28,1; 88,5; 143,7.

30,6 Alternativa: "su cólera inspirada ansiedad, su favor da vida". Compárese con Is 54,7.

30,8 Leo en primer hemistiquio a la luz de Sal 18,34, "me estableció en mis alturas", que pronuncia el supuesto David. La acción ha sido de Dios. El orante ha pecado de presunción, Dios le retira su favor y le hace experimentar su desvalimiento.

30,10 ¿Ganancia para Dios? Si lo dice como hombre, ¿gana Dios algo con la muerte de cualquier hombre? Si lo dice como pecador, ¿es ganancia restablecer la justicia haciendo morir a un ser humano? Si lo dice como arrepentido: su vida recobrada podrá estar al servicio de Dios.

30,12 Del luto ritual pasa a la danza festiva: Éx 15,20; Jue 11,34; 21,21.

30,13 "Por siempre": ¿qué significa esta frase en el horizonte mental del autor? Lo ha dicho en el v.7 y fue presunción. Esta vez la muerte no ha lanzado la carcajada del triunfo, pero al final cantará victoria (Sal 49,9). Si esta vez no ha sucedido, pronto bajará el orante a la fosa y ya no alabará a su Dios. Para él "por siempre" significa mientras viva: Ex 21,6; Lv 25,46.

TRANSPOSICIÓN CRISTIANA.

En el horizonte cristiano la última frase consigue la plenitud de sentido. Primero en Cristo (Jn 17), después en los cristianos. Pablo llama a la muerte "el último enemigo" (1 Cor 15,26) y anuncia su derrota final (1 Cor 15,56).

jueves, 5 de agosto de 2010

SALMO 29 (28)

1 Hijos de Dios, aclamad al Señor
aclamad la gloria y el poder del Señor,
2 aclamad la gloria del nombre del Señor,
postraos ante el Señor en el atrio sagrado.

3 La voz del Señor sobre las aguas,
el Dios de la gloria ha tronado,
el Señor sobre las aguas torrenciales.
4 La voz del Señor es potente,
la voz del Señor es magnífica,
5 la voz del Señor troncha los cedros,
troncha el Señor los cerdro del Líbano;
6 hace brincar el Líbano como un novillo,
el Sarión como cría de búfalo.
7 La voz del Señor arranca llamas de fuego.
8 La voz del Señor sacude la estepa,
sacude el Señor la estepa de Cadés;
9 La voz del Señor retuerce los robles,
abre claros en las selvas.
En su templo un grito unánime: ¡Gloria!

10 El Señor se sienta sobre el diluvio,
está sentado el Señor como rey eterno.
11 El Señor da fuerza a su pueblo,
el Señor bendice a su pueblo con la paz.



Himno al Señor cósmico de la tormenta. Unos seres divinos son invitados a reconocer la supremacía de Yhwh. Al final el Dios cósmico se identifica con el de "su pueblo", Israel. Son indudables los influjos cananeos y al mismo tiempo el perfil yavista original. Alguno lo ha interpretado como canto de victoria, compañero de Ex 15, Jue 5 y Hab 3. Otro lo relaciona con Gn 6-9 por el "diluvio" del v.10.

Experiencia numinosa. Más importante que la dependencia cananea es la expresión de una experiencia humana elemental. Ante la revelación de algo que fascina e intimida, el hombre se siente sobrecogido; descubre en el fenómeno natural, la tormenta, algo que la trasciende y la desborda, que amenaza destruirlo y promete liberarlo. Este tipo de experiencia puede muy bien coexistir con una mentalidad técnica en otros campos.

Análisis formal. Las estrofas primera y última (1-2.10-11) forman un marco en que repiten, cuatro veces cada una, el nombre de Yhwh, en posición llamativa (que reproduce la traducción). Lo que el Señor recibe, en acto de reconocimiento, en 1b se lo da en participación a su pueblo en 11a. El cuerpo del poema repite diez veces el nombre de Yhwh, y siete veces, a intervalos irregulares, "la voz", que es el trueno. Una tormenta poderosamente estilizada, manifestación de la "gloria" del Señor en el clamor y en los efectos sobre la naturaleza: montes, bosques, estepa. El poeta reitera el recurso de la repetición con expansión. La calidad sonora es muy importante en el texto original.

29,1-2 Toda la corte celeste, en el templo del cielo, o con vestiduras litúrgicas, rendirá homenaje a Yhwh.

29,3-9 Comienza la tormenta en el océano, que puede ser el Mediterráneo (cfr. 1 Re 18,44s) o el mundo acuático celeste (Gn 1,6s). Salta al Líbano, baja al Sarión, desciende a una estepa no identificable, penetra en los bosques. El poeta lo abarca todo con la mirada. La cantidad de espacio, la variedad de escenas, confieren al poema velocidad. Los enlaces suceden con un relevo de truenos que salvan con el fragor las distancias. El trueno está sentido como sonido corpóreo y activo: troncha, retuerce, sacude. Los rasgos de movimiento superan a los visuales.

29,3 Véanse Sal 18,14; Job 37,4s.

29,4 Véase Sal 68,34.

29,6 Véase Sal 114,3.6. La comparación doméstica la dimensión cósmica de las montañas.

29,8 "Sacude": hace estremecerse, como agitación física y expresión de terror: Jr 51,29; Hab 3,10.

29,9 Corrijo el texto hebreo, para quedarme en el reino vegetal. El original dice "hace partir las ciervas", las hace abortar de terror. El templo puee ser el terrestre, donde se reúne el pueblo, o el celeste, done rinden homenaje los seres divinos. Un grito unísono responde a la "voz" séptuple del Señor.

29,10-11 Tras la tormenta sobreviene la paz. En la tremenda sacudida de la naturaleza, ancha y contagiosa, el Señor está tranquilamente sentado, por encima de las aguas. Ese Señor tiene un pueblo a quien otorgar el poder y bendice con la paz.

TRANSPOSICIÓN CRISTIANA.

Mt 8,23-27 nos muestra a Jesús señor de la tempestad. Mt 27,45s.50s describe la muerte de Jesús como teofanía: tinieblas, temblor de tierra, una gran voz. Una reminiscencia de los siete truenos se lee en Ap 10,2s. Autores antiguos aplican el salmo a la venida del Espíritu Santo y lo desmenuzan ingeniosamente.

domingo, 1 de agosto de 2010

SALMO 28 (27)

1 A ti, Señor, te invoco.
Roca mía, no te me hagas el sordo;
que si te me callas, seré uno de tantos
como bajan a la fosa.
2 Escucha la voz de mi súplica
cuando te pido auxilio,
cuando tiendo las manos
hacia tu templo sagrado.

3 No me arrebates con los malvados
ni con los malhechores:
saludan con la paz al prójimo
y con malicia en el corazón.
4 Dales lo que merecen sus obras
y la maldad de sus actos,
dales lo que merecen sus acciones,
devuélveles lo que se merecen.
5 Como no atienden a la obra de Dios,
a la acción de sus manos,
los derribará y no los reconstruirá.

6 ¡Bendito sea el Señor
que escuchó la voz de mi súplica!
7 El Señor es mi fuerza y mi escudo:
en él confía mi corazón.
Me socorrió y mi corazón exulta
y le canta agradecido.

8 El Señor es mi fuerza
y baluarte salvador de su Ungido.
9 Salva a tu pueblo, bendice a tu heredad,
apaciéntalos y llévalos por siempre.


Es una súplica con sus motivaciones: el peligro extremo del orante (1), la agresión del enemigo (3-5); incluye la acción de gracias anticipada (6-7) que responde a la petición (2a y 6b). El final es un apéndice: petición por el rey y el pueblo. Aunque los motivos son convencionales, el modo de tratarlos tiene detalles originales.

28,1 Los dos verbos juntos se refieren al destierro en Is 42,14. Separados son frecuentes y suelen significar una actitud provisional de Dios. La segunda parte apunta al misterio de la conservación: sin la intervención de Dios, el hombre fenece; claro que el autor lo enfoca a un peligro grave.

28,2 El debir es el camarín o recinto último del templo, adonde accede una vez al año el sumo sacerdote. La fórmula resulta original y enfática.

28,3-5 Salvo un par de datos, las acciones de los malvados son genéricas. La pena invocada puede ser simple retribución, sin evocar la ley del talión.

28,3 Un buen comentario sobre la falsedad se lee en Prov 26,24-26.

28,4 Sobre la retribución: Is 59,16; Sal 94,2; Prov 12,14 etc.

28,5 Los malvados despliegan su actividad prescindiendo de Dios: mentalmente ellos reducen al Señor al silencio o la inacción.

28,7 Los títulos militares son aquí convencionales.

28,8 El recuerdo final del Ungido (rey) es semejante al del Sal 61.

28,9 Los títulos tradicionales se acumulan: pueblo, heredad, rebaño (implícito).

TRANSPOSICIÓN CRISTIANA.

El grito de Cristo en la cruz, "¿por qué me has abandonado?" parece resonar dentro del silencio de Dios, por el cual Cristo inocente se asemeja a los pecadores que bajan a la fosa. Pero el corazón de Cristo confía en el Padre, y éste salva a su Ungido y por él a su pueblo.

SALMO 27 (26)

1 El Señor es mi luz y mi salvación:
¿a quién temeré?
el Señor es baluarte de mi vida:
¿de quién me asustaré?
2 Cuando me atacan los malhechores
para tragarme vivo,
ellos, enemigos y adversarios,
tropiezan y caen.
3 Si un ejército acampca contra mí,
mi corazón no teme;
si entran en batalla contra mí,
aun así yo confío.
4 Una cosa pido al Señor,
es lo que busco:
habitar en la casa del Señor
todos los días de mi vida;
contemplando la belleza del Señor,
observando su templo.
5 El me guarecerá en su cabaña
a la hora del peligro;
me esconderá en lo escondido de su tienda,
me alzará sobre la roca.
6 Entonces levantaré la cabeza
sobre el enemigo que me cerca.
En su tienda ofreceré sacrificios
entre aclamaciones,
cantando y tañendo para el Señor.

7 Escucha, Señor, mi voz que te llama,
ten piedad de mí, respóndeme:
8 -"Buscad mi rostro".
Mi corazón te dice:
-Yo busco tu rostro, Señor:
9 no me ocultes tu rostro.
No apartes con ira a tu siervo,
que tú eres mi auxilio;
no me rechaces, no me abandones,
Dios de mi salvacón.

10 Aunque mi padre y mi madre me abandonen,
el Señor me acogerá.
11 Indícame, Señor, tu camino,
guíame por un sendero llano
pues me están espiando;
12 no me entregues a la saña de mis rivales.
Se levantan contra mí testigos falsos,
acusadores violentos.
13 Yo en cambio espero gozar
de la dicha del Señor en el país de la vida.

14 -Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor.



Salmo de confianza muy bello y muy especial. En la primera parte (1-6), confianza a despecho de dificultades y peligros: aunque lo asedie un campamento y lo asalte un ejército, aunque sus padres lo abandonen, aunque lo acusen testigos falsos, él sigue confiando. Tres situaciones: bélica, familiar, social. Del salmo se podría extraer un vocabulario: confianza (3), levantar cabeza (6), fiarse (13), esperar (14). A los cuales se porían añadir los títulos del Señor y sus acciones.

Pero sucede la paradoja: después de tanto alardear de valor, pronuncia una súplica preocupada, apremiante, con cambio de estilo. No nos extrañaría una súplica urgente (7-13) seguida de una profesión de confianza (1-6). Mi fijo en el corte de 6 y 7. La promesa de acción de gracias de 6b suena como final del salmo: 30; 52; 54; 59 etc. El imperativo de 7a suena a comienzo de salmo: 17; 27; 61; 64; 102 etc.

Con todo, creo que hay que tomar el salmo como unidad y descubrir el denominador común, el miedo, gran enemigo interior.

El miedo anida en un subterráneo de su espíritu y aflora a la conciencia, y no es posible reprimirlo del todo. Esas preguntas desafiantes del comienzo son en rigor estímulo interno disimulado. La convicción mental y teórica de que el Señor es seguridad se debate con el sentimiento irremediable del miedo. De ahí el desarrollo desconcertante del salmo.

27, 1-6 La primera parte está dominada por la imagen bélica, que contagia cotros detalles; el templo, sin dejar de ser "cabaña y tienda", es roca defensiva. Sucede una doble elevación: el templo, refugio bélico provisorio, asciende a morada permanente, de edificio donde habitar a lugar donde estar con Dios. Asediado, el orante se esconde. En ese recinto pasa de la "observación" sensible a la "contemplación" espiritual. Allí supera los miedos que atenazan y se entrega al canto gozoso. Su fuga ha sido una huida hacia dentro y hacia arriba (5).

27,1 Los tres títulos de Dios son un programa. Luz: Sal 36,10: Salvación Sal 18,3.47; baluarte Sal 31,3.5. Sobre el temor: Jr 1,17; Is 51,12.

27,2 "Tragarme vivo": a la letra "comer la carne"; Is 9,19; 49,26.

27,4b Coincide conel final del Sal 23. Habitar vitaliciamente en el templo es privilegio de sacerdotes y levitas.

27,4c El templo material puede ser observado (Sal 48,13-15); la belleza del Señor se contempla en una experiencia espiritual.

27,6b Es dudoso el significado de la expresión insólita: sacrificios que consisten en aclamar festivamente al Señor, o sacrificios acompañados de aclamaciones.

27,7-12 La súplica está compuesta de diez peticiones: cinco positivas y cinco negativas equivalentes. Muy importante es el diálogo en 7-8, que exige explicación especial.

27,7-8 El texto es difícil, y los autores cambian la vocalización o el orden. En efecto: "buscad mi rostro" sólo lo puede decir el Señor: cfr. Os 5,15; 2 Cor 7,14. Yo traslado y tomo esa frase como texto de "respóndeme"; y coordino dos verbos de dcir: "respóndeme - le dice mi corazón". El orante quiere escuchar de Dios la invitación que normalmente dirige a la comunidad; al oírla, replica que ya la está cumpliendo, que la cumpla también el Señor.

27,9 La "ira" responde al pecado y anula confianza. Con todo, el salmista no confiesa pecados ni pide perdón; solamente deja pasar por la mente y salir por los labios, para conjurarla, esa terrible posibilidad.

27,10 Sobre niños expósitos. Ez 16. El orante no registra un hecho, sino apunta una hipótesis extrema, casi inimaginable, que unos padres agandonen a su hijo. Al emplear el autor como término de comparación un sentimiento humano radical, atrae a Dios a dicha esfera simbólica: complétase con Is 49,15 y Sal 103,13s.

27,11b-12a Entregar al adversario podría ser la concreción de apartar con ira, como muestra el Deuteronomista en el libro de los Jueces.

27,12b Del peligro bélico pasa a peligros judiciales.

27,13 "Yo en cambio": fórmula hebrea muy dudosa. Algunos lo toman como juramento. Hay que colocar el segundo hemistiquio en paralelo con 4c: en vez de belleza, bondad, en vez de templo, tierra de los vivos.

27,14 ¿Quién pronuncia las frases? - Un sacerdote, un profeta cúltico, o una voz interior. Siendo texto de repertorio, la asignación queda abierta.

TRANSPOSICIÓN CRISTIANA.

El tema de la confianza en Dios adquiere urgencia y validez renovadas por la revelación de la paternidad de Dios y la victoria de Cristo. Véase Jn 14,1s; 16,3; Lc 11,13; 1 Cor 1,3-5.