miércoles, 25 de noviembre de 2009

SALMO 8

SALMO 8
(Eclo 17,1-14; Heb 2,5-8)

2 ¡Señor dueño nuestro, qué ilustre es tu nombre en toda la tierra!
Quiero servir a tu majestad celeste
3 con la boca de chiquillos y criaturas.
Has cimentado un baluarte frente a tus adversarios
para reprimir al enemigo vengativo.

4 Cuando contemplo tu cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has dispuesto,
5 ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él,
el hijo de Adán para que te ocupes de él?

6 Lo has hecho poco menos que un dios,
de gloria y honor lo has coronado,
7 le has dado el mando sobre las obras de tus manos;
todo lo has sometido bajo sus pies:
8 ovejas y toros en masa *
también las bestias salvajes,
9 aves del aire, peces del mar
que trazan sendas por los mares.

10 Señor, dueño nuestro, ¡qué ilustre es tu nombre en toda la tierra!


8. Himno a Dios por la creación y por el hombre.

Composición. Un verso repetido produce la inclusión mayor; pero la frase resuena cargada del sentido de lo que precede.

Triple ma: en los extremos admirativo, en el centro es pregunta mezclada de estupor. Pregunta central, clave del sentido peculiar del salmo.

“¿Qué es el hombre?” Es esa gran pregunta que se yergue sobre el horizonte plano de la tierra, esa curva que se vuelve sobre sí preguntando. El hombre es el ser que se sabe y no se sabe. Es la pregunta y el que pregunta. Pero la pregunta ha sido provocada por una contemplación trascendente, religiosa de la creación. El hombre es un ser terrestre, un señor vasallo, capaz de contemplar una obra de Dios y de domeñar otras.

Personajes. Yhwh es el protagonista de casi todas las acciones. Elohim son divinidades o seres celestes sometidos a Dios supremo; cf. Sal 86,8; 9,7; 136,2. El hombre: cualquier hombre, en su condición presente, sin limitación. Está más cerca de las divinidades que de los animales; se define por sustracción “poco menos”. Curiosamente a rebeldes contrapone un niño, como ejemplo de humanidad. Algunos identifican a los rebeldes con seres mitológicos, alegando Sal 74,14; 89,11.

8,2 Combina un título restringido, “dueño nuestro” con un horizonte ilimitado, “toda la tierra”.

8,2b El texto consonántico es muy dudoso y ha originado interpretaciones diversas: de los verbos dar, repetir, cantar etc.

8,3 Si la actitud infantil, no pueril, es de descubrimiento gozoso y afirmativo, su boca es inadecuada para expresarlo: véase Sab 10,21. Haría falta un niño adulto o un adulto niño. El “baluarte” podría ser el firmamento inaccesible e impenetrable.

8,4 “Obra de los dedos” es fórmula inusitada, que parece subrayar un modelado mìnucioso. Se refiere al cielo nocturno: compárese con la visión diurna del Sal 19.

8,5 Empieza la serie de seis verbos cuyo sujeto es Dios y complemento el hombre. Los dos primeros afirman la relación personal, maravillosa.

8,6-7 Los cuatro verbos son como un ceremonial de investidura: le asignan un puesto o rango, coronación, mando, un escabel bajo los pies. Véase Sab 9,2 y compárese con el “mando” de las lumbreras en Gn 1,16.

8,8-9 Los animales se reparten en domésticos y salvajes y por zonas. Es llamativa la atención prestada a los peces: véanse Sal 104,25; Eclo 43,25.

Transposición cristiana: Mt 21,16 cita el v.3 justificando el júbilo infantil. Heb 2,5-8 aplica el salmo a Jesucristo, el solo en quien se cumple plenamente. Sölo que consigue la corona a través del sufrimiento, de modo no previsto por el salmo. Pablo en 1 Cor 15,26 aplica el v.7 a Cristo glorificado.

8,8 *O: sin excepción.

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