lunes, 26 de abril de 2010

SALMO 14. (13)

1a Piensa el necio: No hay Dios.
2 El Señor se asoma desde el cielo
sobre los hijos de Adán
para ver si hay alguno sensato
que busque a Dios.
1b Se corrompen cometiendo execraciones,
no hay quien obre bien.
3 Todos se extravían igualmente obstinados,
no hay uno que obre bien, ni uno solo.
4 ¿Pero no aprenderán los malhechores
que devoran a mi pueblo como quien come pan
y no invocan al Señor?
5 Pues tendrán que temblar
porque Dios está con los justos;
6 el designio del desavalido los confunde
porque el Señor es su refugio.

7 ¡Ojalá venga de Sión la salvación de Israel!
Cuando el Señor cambie la suerte de su pueblo,
se alegrará Jacob, hará fiesta Israel.



Este salmo tiene un planteamiento sapiencial en su dimensión religiosa y sus consecuencias éticas. Contrapone dos tipos humanos: el necio y el sensato. Como encabezamientos de actitudes y conductas, generan los dos ejes que ordenan el salmo.

El necio niega la existencia de Dios, no sólo su actividad; el sensato busca a Dios. De la insensatez teológica brotan la perversión y la explotación del prójimo indefenso; de la sensatez teológica brotan el bien otrar y el refugiarse en Dios. Los actores juegan y los destinos se juegan en el tablero de la simple y entera humanidad: bene ´adam. El Señor desde arriba observa, aprecia, interviene. El desenlace es terror y fracaso frente a protección y asistencia.

El verso último ¿pertenece al texto original o es adición exílica? Me inclino a lo segundo. La expresión "cambiar la suerte" pertenece a contextos de restauración, casi todos exílicos o postexílicos; véanse en particular Os 6,11; Jr 30,3; 33,7; Ez 39,25; Jl 4,1. Según esta hipótesis, el salmo compuesto de los versos 1-6 es aplicado en segunda instancia a los babilonios "devoradores" del pueblo desterrado. Pero la primera hipótesis también tiene argumentos a su favor.

El Sal 53 nos da otra versión, peor conservada, de este texto.

14,1-3 Por razón del sentido cambio el puesto de 1b. El texto ofrece dos puntos de vista contrastados: el juicio de un hombre "necio" y el juicio de Dios.

14,1a El enunciado es escueto y radical: no hay, no existe. Compárese con otros que niegan su actividad: Sal 10,4.13; 94,7; Job 22,14; 35,15. Prov 1,7 afirma programáticamente que "el principio de la sensatez es respetar a Dios".

14,2 "Se asoma" como desde un balcón celeste. Su inspección es semejante a la de Gn 11 y 18; véase también Sal 33,13s.

14,1b-3 El balance es general, pesimista, ¿hiperbólico? Habrá que descontar a los oprimidos de 4-6. Compárese con la búsqueda de Jr 5,1, la excepción de Gn 6.

14,4 También "aprender, comprender" puede ser categoría sapiencial. Es dudosa la combinación de los cuatro sintagmas: malhechores, comedores de mi pueblo, comen pan, no invocan a Yhwh. Alternativa: toman su alimento sin dar gracias al Señor; según Dt 8,11; Is 62,8. En mi explicación: "devorar" es metáfora conocida: Sal 35,25; Jr 35,34; "comer pan" es comparativo, como quien cumple un acto biológico cotidiano, ignorando la ética; invocar a Yhwh es propio del pueblo escogido, según Jr 10,25.

14,6 También "designio" es categoría sapiencial. "Los confunde": con leve corrección para allanar el sentido; gracias al auxilio imponente de Dios, el designio de los inermes devorados llega a confundir y derrotar a los poderosos opresores. Otras lecturas: "intentáis frustrar el plan del...", "el plan contra el desgraciado".

14,7 Hipótesis a: pertenece al salmo original. El "pueblo", purificado en el destierro, proyecta su situación a escala universal, de modo que los antagonistas se convierten en tipos humanos, bajo la mirada de Dios que dirige la historia. Hipótesis b: ya el texto de 1-6 alberga una tensión entre lo universal "hombres", y lo particular, "mi pueblo", entre Yhwh y elohim. El destierro ofrece ocasión para meditar de nuevo el texto: los opresores son ahora los babilonios, que "no invocan a Yhwh", los oprimidos son el pueblo desterrado, que espera volver a la patria.

TRANSPOSICIÓN CRISTIANA.

En Rom 3,10-13 se citan 2-3. En Jesucristo, inerme e inocente, se deciden las conductas de los hombres. Él nos enseña la sabiduría de buscar a Dios. Surge hoy el problema de unos babiloniso (típicos), devotos devoradores, frente a ateos o agnósticos honrados y aun benefactores.

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