domingo, 28 de noviembre de 2010

SALMO 40 (39).

2 Yo esperaba con ansia al Señor:
se inclinó a mí y escuchó mi grito.
3 Me levantó de la fosa fatal,
de la charca fangosa.
Afianzó mis pies sobre una peña,
y aseguró mis pasos.
4 Me puso en la boca un canto nuevo
de alabanza a nuestro Dios.
Muchos al verlo quedaron sobrecogidos
y confiaron en el Señor.

5 ¡Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor,
y no acude a idolatrías
que extravían con engaños.
6 ¡Cuántas maravillas has hecho tú,
Señor Dios mío,
cuántos planes en favor nuestro!
Eres incomparable.
Intento decirlas y contarlas
pero superan toda descripción.

7 Sacrificios y ofrendas no los quieres;
me has cavado oídos;
no pides holocaustos ni víctimas expiatorias.
8 Entonces yo digo: "aquí he venido".
En el texto del rollo se escribe de mí
9 que he de cumplir tu voluntad:
y yo lo quiero, Dios mío,
llevo tu instrucción en las entrañas.
10 He proclamado el derecho
a una asamblea numerosa.
No he cerrado los labios,
Señor, tú lo sabes.
11 No me he guardado en el pecho tu justicia,
he anunciado tu verdad y tu salvación,
no he negado tu lealtad y fidelidad
a la asamblea numerosa.

12 Tú, Señor, no me cierres tus entrañas,
que tu lealtad y fidelidad me guarden siempre.
13 pues me cercan desgracias sin cuento,
mis culpas me dan alcance
y no puedo ver;
son más que los pelos de la cabeza
y me falta el valor.

14 Dígnate librarme, Señor,
date prisa, Señor, en socorrerme.
15 Sufran una derrota ignominiosa
los que me persiguen a muerte,
retrocedan confundidos
los que desean mi daño.
16 Queden mudos de vergüenza
los que se burlan: Ja, ja.
17 Que te festejen y celebren
los que te buscan;
los que desean tu salvación digan siempre:
¡Grande es el Señor!
18 Yo soy un pobre desgraciado,
pero el Señor se cuida de mí.
Tú eres mi auxilio y mi salvador,
¡Dios mío, no tardes!



Este salmo es famoso por los versos 7-11 citados y comentados en la carta a los Hebreos. Esos versos están encajados entre dos piezas difíciles de acoplar: acción de gracias y súplica: en ese orden; si fuera el orden contrario...

La primera parte (2-4 ó 2-6) es bastante tradicional en el esquema y origienal en la redacción. Los versos 5-6 podrían ser el texto del canto. La tercera parte (12-18) es bastante convencional, excepto en el orden, y tiene correspondencia con la primera parte. ¿Cómo se coordinan? a) Si se trata de la misma liberación, el orden tradicional está invertido. b) Si se trata de dos casos, la liberación pasada y experimentada (2-6) conforta la súplica en la nueva tribulación. Esto no es raro en el salterio.

La segunda parte se encuentra entre las dos. Empalma con la primera en un proceso lógico: tus proezas me desbordan -quiero contarlas y no doy abasto - tampoco puedo contentarme con sacrificios - porque tú me asignas otra tarea. La segunda parte empalma con la tercera por cinco repeticiones, de las cuales tres son sustanciales: yo canto tu fidelidad y lealtad (11b) / que tu fidelidad y lealtad me guarden (12b); yo amo tu voluntad (9a) / tú ten voluntad de librarme (14a); yo no cohíbo los labios (10b) / tú no cohíbas la compasión (12a).

En la parte segunda nos interesan dos cuestiones. Primera, la oposición de sacrificios o culto a otras actividades. Tema corriente, también en el salterio (50-51), que aquí aparece marcado por la oposición: "tú no quieres sacrificios / yo quiero cumplir tu voluntad". No enuncia un principio general, sino una misión personal. Y ¿cuál es dicha misión?

Es la segunda cuestión. a) Hay quién identifica "voluntad" divina con la tôrâ, y ésta con el cuerpo entero de la ley de la alianza. Sería un ideal de observancia: véanse Sal 1,2; 37,31; 78,1-5 etc. Esta explicación no satisface; porque tôrâ es muchas veces una instrucción particular; porque el orante habla de una cláusula personal; porque el complejo de la ley incluye culto y sacrificios, aquí relegados. b) La voluntad específica de Dios, el contenido de la instrucción será "evangelizar", proclamar las virtudes y acciones del Señor. Eso sí, no proclamará una pieza aprendida de memoria, sino que la tiene asimilada "en las entrañas". Será "un canto nuevo", de algo vivido. Esta hipótesis explica la concentración del salmo en términos de hablar y la coincidencias con Jr.

Ahora bien, la nueva tarea puede ser arriesgada, dolorosa. Por eso suplica. La tarea del Dios conocido y reconocido será librarlo de nuevo. Así cuantos aman la "salvación" corearán la alabanza.

40,2-4 El comienzo es una secuencia en cuatro escenas rápidas. Un hombre se debate en el lodo de una ciénaga, que amenaza tragárselo aprovechando sus esfuerzos; grita. Alguien lo saca y coloca sus pies en roca firme. Al sentir la solidez bajo los pies, rompe a cantar de gozo y agradecimiento. Un grupo que asistía expresa su confianza en el liberador.

40,2 La forma enfática traduce la expectación, casi la impaciencia del aguardar.

40,3 El lenguaje nos trae la figura de Jeremías en el aljibe fangoso: Jr 38,6.13.

40,4 "Poner en la boca" es fórmula de alcance profético: Dt 18,18; Jr 1,9; 5,14.

40,5 De la experiencia concreta se remonta a una reflexión general en forma de bienaventuranza. "Idolatrías": otros lo interpretan como hombres arrogantes. Prefiero la antítesis vigorosa, recordando Hab 2,18.

40,6ab Este verso sirve de enlace: prolonga el tema de la confianza, pasa de la tercera a la segunda persona, prepara el tema siguiente.
Las proezas las realiza a favor de un pueblo, no por el gusto de exhibir su poder. Es "incomparable": véase Is 40,18; 44,7; Sal 89,7.

40,6c Comienza el tema central, de la expresión verbal, en el siguiente proceso: intento precario de contar -texto escrito- texto interiorizado- proclamación pública. El fracaso es una etapa constituyente.

40,7-9 Es importante apreciar paralelismos y correlaciones. En esquema: sacrificios / holocaustos, oídos / escrito, vengo / quiero. El primero es un merismo que abarca el culto. El segundo sugiere un encargo oral y uno escrito. El tercero es correlativo del anterior y se articula en dos piezas complementarias: el acto de presentarse y la disponibilidad para ejecutarlo.

40,7 Los sacrificios se relativizan (Eclo 34,18-35,26). "Cavar los oídos" es metáfora única. La imagen parece fijarse en la hondura corporal que abre el oído hacia el interior del hombre: compárese con Is 50,4s.

40,8b-9 Lo que más interesa del texto es la asimilación del encargo y por implicación del tema. Lo que estaba en un "escrito", pasa a estar "en las entrañas"; el texto de la proclamación está amorosamente asimilado. Compárese con Ez 3,3.

40,10-11 La proclamación se enuncia en cuatro verbos y seis sustantivos. El insistir en formas negativas, el apelar al testimonio de Dios, hace sospechar algún riesgo en el encargo, como si algo grave indujera al silencio. El verbo positivo, "evangelizar", significa en la vida civil anunciar una buena noticia. Es típico del profeta del destierro, que también tropezaba con resistencia y hostilidad: Is 40,9; 41,27; 52,7 y 60,6; 61,1; Sal 96,2. El "derecho" recurre también en Is 41,2-10; 42,6.21; 45,19; 51,1.5.7. Los otros sustantivos, con posesivo "tu", pertenecen a una tradición ancha, también presente en el salterio.
Ahora imaginemos que ha comenzado la predicación, que provoca resistencia, oposición, persecución; el orante invoca el auxilio de quien le encomendó la tarea. Es lo que sigue en 12-18.

40,12-13 Petición primera con motivación. No esperábamos una confesión de delitos: el orante no se presenta como víctima inocente. La expresión es hiperbólica.

40,14-18 Con ligeras variantes este texto figura independiente como salmo 70. Caben tres explicaciones. a) Es original la forma autónoma, Sal 70; b) el puesto original es el Sal 40, de donde se desgajó como súplica breve. c) Es pieza de repertorio disponible para usos diversos. El texto bíblico actual nos invita a leerlo como parte integrante del salmo.

40,14-15 Forma la segunda petición, según módulos convencionales.

40,16-17 Las reacciones están elaboradas en un juego de oposiciones que podemos esquematizar así: los que buscan mi vida / los que te buscan a Ti; los que quieren mi desgracia / los que quieren mi salvación; los que dicen ¡Ja, ja! / los que dicen: ¡Grande es el Señor! El drama se resuelve en un acto teologal.

40,18 En el último verso retorna el orante con un enfático "yo". Se cierra el cuadrilátero: Tú -los malvados- tus fieles- yo.

TRANSPOSICIÓN CRISTIANA.

La carta a los Hebreos recoge y comenta la parte central del salmo, según la versión griega de los LXX. En vez de "me cavaste oídos", dice "me aparejaste un cuerpo"; traduce "rollo" por "título". De este modo opone el autor a los sacrificios antiguos la entrega del Mesías. De aquí arranca el uso de los antiguos de poner todo el salmo en boca de Cristo y después en boca de la Iglesia.

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