SALMO 3
2. Señor, cuántos son mis adversarios,
Cuántos se levantan contra mí,
3. cuántos dicen de mí:
no hay salvación para él en Dios.
4. Pero tú, Señor, eres mi escudo en torno (*),
mi gloria, tú me haces levantar la cabeza.
5. Si grito invocando al Señor,
él me escucha desde su monte santo.
6. Me acuesto y me duermo,
me despierto, porque el Señor me sostiene.
7. No temeré al ejército innumerable
que me ha puesto cerco.
8. ¡Levántate, Señor, sálvame, Dios mío!
Tú abofeteaste a mis enemigos,
rompiste los dientes de los malvados.
9. Tuya, Señor es la salvación,
para tu pueblo tu bendición.
3. Súplica con expresión de confianza, basada en experiencias pasadas. Con el triángulo clásico del género: el orante, los enemigos, el Señor, ligados en varias relaciones.
La imagen es bélica. El orante indefenso se ve asediado por una multitud que acampa a su alrededor y se levanta para el asalto. Pero entre ambos se interpone otro cerco más próximo y no menos cerrado: el Señor como escudo. Por eso el ciclo de la vida continúa su ritmo fundamental: se acuesta, duerme, se despierta. El sueño no es símbolo de muerte, sino expresión de calma. Por la mañana es Señor se alza, y la batalla se convierte imaginativamente en un combate singular, a fuerza de puños. El sentido se aclara tomando 8a como texto de la oración mencionada en 5a.
3,1-2 Insiste en la multitud: “cuantos”, que desafían al Dios del orante.
3,4 La cabeza alta puede ser gesto de victoria. (*) O: me escudas en torno.
3,6 Véanse Sal 4,9; Lv 26,6; Job 18,1; Prov 3,24.
3,9 Responde confiadamente al desafío del enemigo.
En la trasposición cristiana dormir y despertar se toman como símbolo de muerte y resurrección. Sobre el auxilio de Dios se puede escuchar una alusión en Mt 27,43.
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