domingo, 13 de septiembre de 2009

Salmo 4

SALMO 4

2. Cuando te llamo, respóndeme
Dios, defensor mío;
tú que en el aprieto me diste holgura,
ten piedad de mí, oye mi oración.

3. Señores, ¿hasta cuándo será ultrajado mi honor,
amaréis la falsedad y buscaréis la mentira?
4. Sabedlo: el Señor ha distinguido a un fiel suyo,
el Señor me oye cuando lo llamo.
5. Temblad y dejad de pecar,
Reflexionad en el lecho y guardad silencio;
6. ofreced sacrificios legítimos
y confiad en el Señor.

7. Muchos dicen: ¿Quién nos hará gozar de la dicha
si la luz de tu rostro, Señor,
se ha alejado de nosotros?
8. En el corazón me has infundido más alegría
que cuando abundan su grano y su mosto.
9. En paz me acuesto y al punto me duermo,
porque tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo.



4. Domina en este salmo el tema de la confianza, marcada por la repetición en hebreo en 6 y 9. El salmo se distingue por su tensión dramática, aunque habla un solo personaje.
El orante se encuentra como entre dos frentes y desde ahí se dirige a Dios: le suplica en segunda persona, recuerda sus beneficios, habla de él a otros. A los enemigos los interpela con retórica apasionada, acumulando preguntas e imperativos. De los amigos cita en síntesis sus palabras y les ofrece su testimonio ejemplar. Al principio y al final suenan dos símbolos poderosos: el primero expreso, el último en potencia. Estrechez y holgura son experiencias primordiales del hombre en el espacio; se emplean como símbolo de experiencias espirituales. El sueño puede simbolizar el descanso sereno, incluso el descanso definitivo.

4,2 Empieza en tono de súplica, que pasa enseguida a la confianza.

4,3 Se dirige a nobles o gente influyente, que llevan tiempo desprestigiando al orante. El cual se atreve a interpelarlos.

4,4-6 En siete imperativos traza las etapas de una conversión –no pide castigo -: primero “reconocer” que el Señor está de parte del orante y sentir un “temor” saludable, que los hace “cesar” en el pecado; después “interiorizarlo” en el “silencio” de la noche; a la mañana ofrecer un “sacrificio ritual” por su pecado; el desenlace feliz es “confiar” en el Señor.

4,7 Sus amigos tienen razón al decir que sin la “luz” benévola del Señor no hay dicha verdadera; no tienen razón al considerarse abandonados.

4,8 Más que un sermón, les ofrece un testimonio: es el gozo, no justificado por bienes externos; cfr. Is 9,2 incluso venciendo la tributación.

4,9 El orante no necesita reflexionar en el lecho: confiado en el Señor, nada turba su sueño inmediato.

TRASPOSICIÓN CRISTIANA: Ef 4,26 cita a su aire el v.5. Del gozo en la tribulación dan testimonio 2 Cor 1,3-5; 7,4; 1 Tes 1,6. Para el símbolo del espacio pueden verse Hch 17,28; Ef 3,18.

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