miércoles, 29 de septiembre de 2010

SALMO 35 (34)

1 Pleitea, Señor, con los que me pone pleito,
combate con los que me combaten;
2 empuña el escudo y la adrga,
levántate para auxiliarme;
3 desenfunda la lanza y cierra
contra los que me persiguen;
dímelo: ¡Yo soy tu victoria!

4 Sufran una derrota vergonzosa
los que me persiguen a muerte,
retrocedan con ignominia
los que traman mi daño;
5 sean paja ante el viento,
que los desbarate el ángel del Señor;
6 sea su camino oscuro y resbaladizo
cuando los persiga el ángel del Señor.
7 Porque sin motivo me escondían redes
y me cavaban zanjas mortales.
8 Que los sorprenda el desastre imprevisto,
que los enrede la red que escondieron
y caigan en la zanja que cavaron.

9 Y yo festejaré al Señor
y celebraré su victoria.
10 Todos mis huesos proclamarán:
Señor ¿quién como tú
que defiendes al débil del poderoso
al débil y pobre del explotador?

11 Comparecían testigos violentos,
me interrogaban de cosas que ni sabía,
12 me pagaban mal por bien
dejándome desamparado.

13 Yo en cambio, cuando estaban enfermos,
me vestía de sayal,
me afligía con ayunos
y mi súplica me era otorgada.
14 Como por un amigo o un hermano
andaba de luto,
cabizbajo y sombrío
como por una madre.
15 Pero cuando tropecé, se alegraron,
se juntaron, se juntaron contra mí.
Me golpeaban por sorpresa,
me desgarraban sin parar.
16 Cruelmente se burlaban de mí
rechinando los dientes.

17 Señor, ¿cuándo vas a fijarte?
Recobra mi única vida
de los leones que rugen
18 y te daré gracias en la gran asamblea,
ante un pueblo numeroso te alabaré.

19 Que no canten victoria
mis enemigos traidores,
que no hagan guiños a mi costa
los que me odian sin razón;
20 pues no viven en paz
ni con la gente pacífica,
traman engaños.
21 Se ríen de mí a carcajadas:
Ja, ja, lo estamos viendo.

22 Tú lo has visto, Señor, no te calles.
Dueño mío, no te quedes lejos.
23 Despierta, levántate, Dios mío,
Señor mío, defiende mi causa.
24 Júzgame según tu justicia,
Señor Dios mío.

25 Que no canten victoria, que no piensen:
¡Qué bien! lo que queríamos;
que no digan: Nos lo hemos tragado.

26 Sufran una derrota afrentosa
los que se alegran de mi desgracia;
queden cubiertos de vergüenza y oprobio
los que se envalentonan contra mí.
27 Aclaman festivos los que apoyan mis derechos,
los que quieren la paz de tu siervo
digan siempre: ¡Grandeza al Señor!
28 Y mi lengua repasará tu justicia
y tu alabanza todo el día.



Este salmo largo, algo reiterativo, pertenece al género súplica de un inocente perseguido. Los motivos del género están perfectamente definidos: súplica motivada por la situación del orante, perseguido sin razón, por la actividad amenazadora de los perseguidores, confianza en la justicia y bondad del Señor, promesa de acción de gracias. El autor ha sabido componer una pieza vigorosa, paradójicamente densa; convence por la intensidad. Verbos de acción acumulados, imperativos urgentes, contrastes fuertes; la descripción de la actividad del enemigo es circunstanciada. Los sentimientos se asoman por los sentidos: ojos, boca, dientes, lengua, pecho.

Tres imágenes se suceden o sobreponen en el salmo: caza, guerra, juicio. Nos invitan a relativizarlas como descripción realista, pero también a considerarlas por separado.

La caza al hombre. Un pobre hombre es acosado y perseguido como fiera peligrosa -piensan los perseguidores-, como animal indefenso e inofensivo -piensa el perseguidor-. Es una batida en regla, con ojeo, persecución, acorralamiento, gozo por la pieza cobrada. Se podría ilustrar con la figura de David perseguido por los montes: 1 Sm 26,20. Los antiguos consideraban la caza mayor entrenamiento para la guerra, actividad propia de reyes y príncipes. El carácter no realista de la imagen es patente.

Guerra. El salmo nos lanza enseguida a una escena militar: el paladín requiere las armas, sale al encuentro del enemigo, lo pone en fuga, pronuncia el grito de victoria. La guerra es a vida o muerte, no es deporte entretenido. Se podría ilustrar con la rebelión, batalla y derrota de Absalón: 2 Sm 18. El lenguaje militar penetra fácilmente en otros campos: una rivalidad encarnizada, una hostilidad agresiva en la vida ciudadana puede en el poema transformarse en guerra o batalla.

Juicio. La primera palabradel salmo es judicial, se mencionan "testigos" (11), al final actúa el juez (23-24). En sentido realista se referiría a un juicio de apelación (cfr. 1 Sm 24,13; 26,23). Pero un proceso judicial también puede ser imagen válida de súplica en una persecución grave. En la mentalidad bíblica, la guerra puede tener valor de juicio. En conclusión pienso que las tres imágenes son transformación poética de situaciones y experiencias en la vida ciudadana.

El desarrollo del salmo es de triple onda, componentes comunes y cambio de orden; cada onda termina en la alabanza. Se puede esquematizar así: tú: interpelación; ellos: fracaso -delito- fracaso; yo: alabanza (1-10). Ellos: delito, yo: beneficios; ellos: delito, Tú: acción; yo: alabanza (11-18). Ellos: delito, Tú: acción; ellos: delito, fracaso; yo: alabanza (19,28). Se destaca el bloque central por el contraste de dos conductas.

35,1-10 El movimiento de estos versos es así: Auxiliarme, Señor - y que mis enemigos fracasen - porque me persiguen sin razón - que ellos fracasen - y yo te alabaré.

35,1-3 El comienzo es agitado y apresurado, con siete imperativos en 19 palabras. A pesar de la primera frase, la imagen es bélica. El Señor es paladín único. Embraza el escudo menor y se protege con la curva del mayor; su arma es la lanza. "Cierra": se discute el valor de esta palabra; yo me dejo inspirar por la fórmula militar española. La frase final personaliza la victoria; el orante quiere escucharlo de los labios del Señor: será convincente. Comparar con salmos 20-21.

35,4-6 A consecuencia de la intervención divina, los que perseguían ahora "retroceden": 2 Sm 2,22; Is 42,17; Jr 46,5. Los sinónimos hebreos de "derrota, vergüenza, ignominia" proponen la vertiente subjetiva del hecho. El "ángel del Señor" es manifestación divina, que puede encargarse de tareas bélicas: Nm 22; 2 Re 19,35; Sal 34,8. "Tamo al viento" es conparación tópica: Sal 1,4; Is 17,13.

35,7 Recurre a una imagen de cacería: se cava una zanja y se disimula con ramaje, se esconde una red por donde la fiera suele pasar. "Sin motivo" porque no es fiera dañina, sino pobre inofensivo.

35,8 Invoca la pena del talión.

35,9 La alabanza toma carácter de celebración. Posiciones paralelas ocupan Yhwh y "su victoria", respondiendo al v.3.

35,10 El coro de acompañamiento lo encuentra dentro de sí. La estructura sólida de su cuerpo cobra el don de la palabra: compárese con Sal 51,10. "¿Quién como tú?" procede de o coincide con Éx 15,11; cfr. 1 Re 8,23; Jr 10,6. "Explotar" o despojar al pobre es paradójico: ¿qué se le roba al que no tiene? Denuncia la crueldad de los que abusan con los débiles. Y aquí podría terminar la súplica.

35,11-18 Pero queda mucho por decir. Sucede que el orante, lejos de ser una fiera dañina, es un ser benéfico y aun sentimental. El texto hebreo está mal conservado.

35,11 La acción enemiga se concreta en formas judiciales: son gente que practica la injusticia abusando de la legalidad. Personajes frecuentes en Prov y Sal; véase la historia de Nabot en 1 Re 21. "Interrogatorio" o reclamación.

35,12 Es una agravante la ingratitud. Aunque no la persiga la ley, la denuncian varios textos: Gn 44,4; 1 Sm 25,21; Jr 18,20.

35,13-14 Este pobre hombre intercedía un tiempo por sus actuales perseguidores, en una enfermedad grave, y acompañaba su plegaria con mortificaciones penitenciales. Y no como rito externo, sino participando con compasión entrañable. "Me era otorgada": la expresión hebrea es dudosa; me inspiro en Sal 79,12; Is 65,6; Jr 32,16. Alternativa: "mi súplica volvía sin ser escuchada".

35,15-16 El poeta extrema los contrastes: enfermedad / tropiezo, mortificación / gozo maligno, compasión / burla. Si el sentido del conjunto es claro, por los detalles del texto nos abrimos paso trabajosamente. "Rechinar los dientes" es de ordinario expresión de burla: Sal 37,12; Job 16,9.

35,17-18 Ocupa la cadencia de la segunda onda una petición urgente y la promesa de acción de gracias. En vez de Yhwh emplea aquí el título "Señor mío": a él toca salvar una vida que es única: cfr. de Isaac en Gn 22,2-12; de la hija de Jefté en Jue 11,34. "Rugen"; supone una leve corrección del texto hebreo, de acuerdo con el paralelo. La alabanza discurre en fórmulas convencionales.

35,19-28 La tercera parte insiste denodadamente en la denuncia del delito y el castigo invocado. La principal novedad es el desarrollo judicial. El movimiento discurre así: que no triunfen - pues son culpables - juzga tú - que no triunfen - sino que fracasen. En medio se yergue el Señor como juez, invocado reiteradamente.

35,19 "Guiñar el ojo" como expresión de burla: Prov 6,13.

35,20-21 La descripción está estilizada en dos actitudes sobresalientes: un régimen de discordias y engaños, una burla sarcástica del vencido. EN la sociedad hay ciudadanos pacíficos; los malvados son pugnaces por naturaleza o elección: cfr. Sal 120,7. Hay ciudadanos sencillos y confiados; contra ellos se emplea el engaño y el fraude. No conocen la piedad: ¿merecerán ellos piedad o compasión? Se justifica el desahogo apasionado que sigue.

35,22-24a "Lo estamos viendo" decían ellos; "Tú lo has visto" replica el orante. Ellos se creían espectadores seguros y triunfantes; desde más arriba alguien los miraba. Un juez que no puede desentenderse. Pasa a primer plano la terminología judicial, y algunos comentaristas lo toman a la letra. "Despierta": como Sal 44,24 y 59,6. "Levántate": Sal 44,24; 59,5.

35,24b-26 Sigue la última andanada. Las peticiones negativas descubren el proyecto del enemigo: era final, iba contra la "vida única". Por eso no hay salida del dilema: o la destrucciónd el inocente o el fracaso de los culpables. La oración propone un caso concreto.

35,27 El orante no está del todo desamparado. Hay ciudadanos que desean "su paz y seguridad", lo reconocen como "siervo" del Señor, celebrarán su liberación. El grito que pronuncian exalta la victoria del Señor.

35,28 Concluye el orante en un solo recogido.

TRANSPOSICIÓN CRISTIANA.

Juan pone en boca de Jesús el final del v.19. Pero Jesús no pide al Padre que envíe "doce legiones de ángeles" (Mt 26,53), no desenfunda la lanza, antes manda a Pedro envainar el cuchillo (Mt 26,52); pide perdón por los perseguidores (Lc 23,34). Pero Jesús ha querido que el designio de sus enemigos no triunfase finalmente; no ha querido que triunfase el odio. Sin devolver mal por mal, ha hecho triunfar el amor sobre el odio. Ha entregado su "vida única", la mortal y ha recibido una inmortal (1 Pe 3,18). Ha vencido y es la "victoria" de los que creen en él (1 Pe 3,19; 1 Jn 5,4).

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