domingo, 27 de febrero de 2011

SALMO 46 (45)

2 Dios es para nosotros refugio y fortaleza,
auxilio en los asedios, del todo disponible.
3 Por eso no tememos aunque se trastorne la tierra
y los montes vacilen en alta mar.
4 Que hiervan y bramen sus aguas,
que sacudan los montes con su oleaje.

(El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob).

5 Un río cn sus acequias alegra
la ciudad de Dios:
santuario de la morada del Altísimo.
6 Con Dios en medio de ella, no vacila:
al despuntar la aurora la auxilia Dios.
7 Pueblos retumban, reyes se agitan;
él lanza su trueno, se tambalea la tierra.

8 El Señor de los ejércitos está con nosotros ,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

9 Venid a ver las obras del Señor,
los espantos que provocan en la tierra:
10 Pone fin a las guerras
hasta el confín del orbe:
rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los carros.
11 Rendíos y reconoced que soy Dios,
excelso sobre los pueblos, excelso sobre la tierra.

12 El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro auxilio es el Dios de Jacob.



46 Oración comunitaria de confianza, fundada en la presencia de Dios en la ciudad santa, en el templo. La situación conjurada en el poema es un asalto a la ciudad, frustrado por intervención divina. El poema está formalmente articulado por un estribillo (el copista se olvidó de copiarlo después del v.4) en tres estrofas o cuadros. El estribillo es síntesis conclusiva o tema generador del poema. Y el primer verso concuerda con el estribillo.

El Señor del cosmos, del mundo estelar, es el Dios nuestro, de Jacob. El Dios que domina los astros es "para nosotros" un alcázar; o sea, construcción defensiva frente a ataques o asaltos. Encumbrado e inaccesible al ataque enemigo, está "perfectamente accesible" a nosotros. El templo centra el salmo, pero no debe ofuscar el carácter personal: el alcázar es Dios mismo.

Imágenes. Podemos apreciar la función del "agua" construyendo un modelo genético. La ciudad se asienta en una colina, en medio de la cual sobresale el templo. La cercan y atacan ejércitos enemigos, que mugen y se agitan como una marea amenazadora; como el tumulto del océano caótico y primordial contra el orden de tierra y montañas. La ciudad se siente segura con su agua apacible y vital. Lo puede ilustrar Is 8,6s.

El poeta invierte el presunto orden genético para servirnos primero la visión cósmica, imprimiendo profundidad y trascendencia al acontecimiento histórico. Traba historia con creación, coloca a Jerusalén en el centro del universo y sobre ella al Señor de los astros en el cielo y de un pueblo en la tierra.

46,2-4 La tierra, firmemente fundada por Dios sobre las aguas (Sal 24,2; 136,6), "se trastorna": se contagia de la movilidad y agitación oceánica. Los montes, aplomados para siempre (Sal 65,7), tiemblan y son engullidos por el océano. Predominan los efectos sonoros sobre los visuales. Como en un diluvio desde abajo (Gn 7,11), parece que vamos a volver al caos primordial: ¿queda un arca de salvación? La ciudad no teme, porque dispone de un refugio no fabricado por hombres: Dios en persona.

46,5-8 Hay una ciudad "divina" (Sal 87,3; Is 60,14) en la cual el agua desempeña la función benéfica opuesta. Con un río o corriente que se reparte en acequias (cfr. Sal 137,2). Agua apacible y fecundadora, a la que no alcanza la agitación agresiva del océano; agua una y plural que alegra y festeja a la ciudad. Compárese con Is 33,17-24.

46,6-7 A la ciudad se acerca un asedio estrecho: está dicho con el lenguaje de la agresión cósmica. A defenderla sale su Campeón: "Al despuntar la aurora" suceden el asalto y la derrota (Jos 8,10; Jue 20,19; Is 17,14 etc). Un trueno teofánico (Jr 25,30; Jl 2,11), voz de Dios, sacude la tierra y desbarata al enemigo.

46,7 Se puede traducir "reyes" o reinos, monarquías.

46,9-11 La tercera estrofa inscribe su material etre dos binas de imperativos: "venid y presenciad", dirigido a los vecinos de la ciudad; "rendíos y reconoced", dirigido a los agresores. El Señor se reserva toda la actividad, la comunidad es invitada a "presenciar": como en Éx 14,13s.31. Y Dios no se contenta con derrotar al enemigo, porque quiere acabar también con la guerra y sus pertrechos. Compárese con Is 2,1-4.

46,11 Reconocimiento extraído con el fracaso de la acción bélica, no gozoso y espontáneo.

TRANSPOSICIÓN CRISTIANA.

En clave cristológica, los autores antiguos se fijan en la exaltación de Jesucristo resucitado y en la corriente de agua que brota de él. En clave eclesiológica, lo refieren a la Iglesia terrestre, que tiene presente al Señor, y a la celste, según Ap 22.

No hay comentarios:

Publicar un comentario